martes, 3 de marzo de 2015

Regresar

(Este texto lo escribí el año pasado, cuando se cumplía mi aniversario del regreso. )


Varias cosas.

La primera: miseria y miserables hay en todas partes. Quizá porque las dos son inherentes a la condición humana, la primera por consecuencia de la segunda, supongo. No he encontrado explicaciones más extensas para la pobreza extrema, (que cuéstenos o no creerlo se encuentra en todas partes), que esa inmensa facultad humana de actuar miserablemente. Así que lo primero, es que no puedes diferenciar aquí de allá, por el grado de bienestar de vida o de bondad de la gente. Me gustaría decir que en mi país tenemos cierto un don de gentes, una calidez natural, un gusto por la vida, que en otras partes no. Pero eso no es cierto. Me gustaría culpar a unos de fríos, de ajenos, de groseros o cuadriculados. Pero eso tampoco es cierto.  Tampoco podré decir que aquí y allá las cosas sean las mismas, existe una infinidad de matices que imperceptibles a diario no hacen la diferencia, pero que juntos, tras algunos años, hacen que el salto se sienta abismal. Sin embargo, de la condición de humana no podré escapar nunca, por más que viaje porque esta como he dicho, se reproduce en espejos enormes en cada punto de este mundo.

Otra: El clima, la météo. Marsella era un paraíso azul, donde la luz tan intensa no se despegaba fácilmente de los muros, de la ropa o de la sonrisa de la gente que quería (que quiero). Aún en las noches, la luz estorbaba en pequeñas dimensiones la grandiosa oscuridad del cielo, las estrellas eran enormes y verdaderamente incontables, la luna era poderosa, saltarina y entrometida. Bogotá entrañada en Los Andes, parece encumbrada no afuera de la montaña, sino dentro de ella misma, como si al levantar la vista, no se pudiera nunca ver el cielo, sino el techo oscuro y verde de la montaña. Están además la bruma y la lluvia permanente que por momentos pueden transportar a los parajes siniestros de las pesadillas, o –y esto dependiendo siempre del ánimo del observador-  a los escenarios de los romances tipo, “Cumbres Borrascosas” o “Dracula”. Por momentos siento que Bogotá fue creada para sentarse a leer la literatura fantástica del siglo XIX. Claro, a veces el sol brilla, algunas veces se trata de un sol estorboso, picante y que indefectiblemente te dejara con la molesta sensación de bochorno; y otras se trata de un milagro, uno enorme que agradeces con el corazón.

Tercera: La montaña, el mar. Los dos colosales, imponentes. Dos amores, que al mirarlos me llenan, -llenaban- de la tranquila certeza de estar, simplemente viva. Pero sobre todo, la certeza de solo ser una ínfima extensión de algo tan magnífico que no puedo concebirlo. Una parte de un diente de un engranaje diminuto, eso soy yo. Los Andes y el Mediterráneo, me lo recuerdan, afortunadamente.

Está esta: La tranquilidad. En Bogotá no existe ya para mí tal cosa. 

Y esta: El trabajo real. En Marsella mi trabajo era una excusa para estudiar y vivir, un accesorio casi, uno que me hubiera gustado omitir muchas veces, porque en realidad no tenía nada que ver conmigo. En Bogotá, es un compromiso con mis convicciones vitales.

Una gruesa: Soledad e Independencia. Castigos y anhelos, necesidades urgentes y tristezas recurrentes. Pero de todo se aprende. Termina uno siempre adaptándose a las cosas más insólitas, y de repente te parece normal anhelar una familia (propia), una casa e hijitos, un compañero diligente y tanta cosa que siempre te fue tan ajeno soñar. Una mañana te miras aterrada al espejo y te preguntas si aún, debajo de tanta cosa, puedes decidir tomar otro avión, y ahora si regresar, a ese lugar al que aún ignoras pertenecer.


Eso no más, por ahora.

1 comentario:

  1. Es como despertarse un día sintiendose como la India Maria "ni de aquí ni de allá" cierras los ojos y luegobde un tiempo cuando los abres te das cuenta que todo hace parte de ti cada mundo, cada espacio y tiempo. Eres el resultado de un todo inexplicable. Te mirasval expejo y difícilmente te reconoces pero sabes que eres tu porque de una u otra forma, hay un sentimiento de orgullo, del deber y del sueño cumplidos. Mañana esta lejos pero tan cerca. Solo quiero sonreírle al reflejo de mañana :)

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