sábado, 15 de junio de 2013

Linealidad



La historia es simple. A una chica A le gusta un chico B. A  pudo haberse acercado a B y decir, ¿tomamos un café?

                                     
B pudo responder, si


O, B pudo haber dicho: no, gracias. En cuyo caso:



En cualquiera de los dos casos, para este momento A ya sabría qué desenlace tendría la historia, y el relato sería breve, como vimos. Pudo haber sido que,
Idealmente, AB o,
A = B, una bonita amistad o
A + B, una de esas cosas que tienen un resultado inesperado, o fatídicamente
A - B o, aún peor:
B - A  y qué me dicen si
A / B y nos ponemos todos a llorar, o
A x B y ahí sí que Dios nos ayude!
Sin embargo, lo que tenemos es que esta chica A tiene ciertos inconvenientes con la linealidad, entonces lo que A, hace es:


A A le parece más pertinente enviarle cartas de amor anónimas que hablarle directamente. A no considera, por ejemplo, que sea meritorio acercarse a B, todo lo contrario A cree que sería una torpeza de su parte, porque A cree intuir que B no siente ningún interés hacía ella y que aparte B siente cierta molestia frente a su presencia. Ustedes, desde luego, pensarán que a) la chica es muy tímida, b) A es una loca paranoica, c) tiene miedo. El primer caso no es acertado, A puede entablar conversaciones con otras personas sin mayor dificultad (aparentemente). Segundo, si, de alguna forma podríamos afirmar que A tiene un problema de egocentrismo acentuado (estos textos son prueba de ello). Y tercero, absolutamente, nuestra pobre A preferirá tirarse a los rieles del metro con tal de no entablar una conversación normal con B.

Así que como decíamos A prefiere enviar cartas de amor, en las que no firma, en las que habla de ella sin decir lo evidente, en las que dice mejor, lo más auténtico pero lo que no revela sino a los amigos de siempre. Y envía no una, sino tres cartas. Tres cartas con su caligrafía preciosista, tres cartas en las que de puño y letra pretende transmutar vida y sentimiento sobre una hoja de papel, tres cartas que escribe en medio de un delirio absurdo porque apenas si conoce a B (lo cierto es que a A le gusta mucho B). Pasa, en todo caso, que las cartas se pierden, por azar o por torpeza más bien. A pudo haberlas reenviado, pero ve en ese extravío una señal, un signo claro de que toda esa empresa está perdida, de que B es completamente inalcanzable y de que lo mejor es que se olvide de él. Piensa que muy seguramente



Y que incluso,
BC
Entonces trata de olvidarlo, pero pasa lo contrario. Empieza a verlo más seguido, voluntaria o involuntariamente, y cada vez que lo ve el gusto se incrementa, y en la misma medida que éste aumenta la distancia se hace más grande,


o...

Y ahora mismo A sabe que la solución es,


Hasta aquí va la historia, no es tan simple, ni tal lineal y ni siquiera parece tener un final, pero ameritaba contarla...


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